Capítulo 14 El método para hacerse más fuerte
—Mientras no duermas con Naomi… Dan náuseas con solo verlos tan acaramelados —protestó Rosalí.
Naomi bajó la cabeza en silencio y no se atrevió a decir una palabra. Entonces, Rosalí dio otra orden:
»Cierra la puerta para que Juan no pueda entrar.
—Parece que está ocupado con algo. Lo vi temprano, estaba corriendo cubierto de lodo —dijo Naomi.
—No quiero ni saber en qué anda ese gordito —dijo Rosalí con desprecio—. Me voy a la cama. No me atreví a comer más, a pesar del hambre que tengo, así que para olvidarlo mejor voy a dormir.
Después de que Naomi bloqueara la entrada, todos nos fuimos a dormir. Mis brazos rodeaban el cuerpo suave y delgado de Milena, y mi corazón estaba acelerado. Me moría de ganas de alcanzar su cintura, en tanto ella me permitiera abrazarla. En ese momento, Rosalí preguntó:
»Me pregunto cuánto tiempo tendremos que permanecer en esta isla. ¿En verdad tendremos que quedarnos aquí para siempre?
—Puede que sí —respondió Milena mientras me besaba.
«Ya empezó otra vez...». Pensé. No era tímida al besarme, e incluso hablaba con otras personas mientras lo hacía.
—Mi vida no debería ser así —suspiró Rosalí al escuchar las palabras de Milena.
—Solo acepta las cosas como son —respondió Milena.
De repente comenzó a besarme apasionadamente y pude sentir como mi energía vital se calmaba de alguna manera. Me vino a la mente una frase que leí en «La Senda del Fuego Solar», que hablaba de la necesidad de equilibrar mis energías. Mi cuerpo empezó a trabajar por sí solo para permitir que mi Chi lo recorriera completo según los métodos descritos en la escritura. No solo ocurrió sin que yo hiciera un esfuerzo consciente, sino que también fue mucho más rápido que antes. Milena apretó los puños al sentir mi pasión, pero yo estaba tan absorto en aquel beso que me ayudaba a equilibrar mis energías, que no quería dejarla ir. Aunque era joven tenía experiencia, pues sus besos eran ardientes. Seguimos besándonos mientras ella hablaba con Rosalí por momentos. Durante este tiempo Naomi permaneció en silencio. Después de media hora, Milena empezó a sentirse agotada y me susurró al oído:
»¿Por qué no te detienes?
Quería responderle, pero el flujo de mi energía vital se interrumpiría si lo hacía, pues todavía circulaba por mi cuerpo. Debido a su intensidad, solo Dios sabe lo que ocurriría si mi Chi se descontrolaba, así que guardé silencio y opté por besarla. En respuesta, ella dijo con voz débil:
»Espera, te he besado tanto que mi boca está seca.
Percibí que mi progreso disminuía y me sentí mal de repente. Sin embargo, era evidente que Milena estaba agotada cuando me susurró al oído:
»Podría darte una noche más apasionada si no estuvieran cerca de nosotros, pero... Vamos a dormir, maníaco. Incluso me has excitado.
Después de decir esto me dio la espalda. Sabía que se encontraba débil y que no se daba cuenta de que yo estaba entrenando. Con la ayuda de Milena pude cubrir siete días de progreso, pero eso solo me molestó, dado que esperaba un mayor avance. Quería pasar el primer nivel lo antes posible. Cuando me distraje, Rosalí se levantó.
—Tengo que ir al baño.
Al marcharse quedó un espacio libre a mi lado. Cuando estaba a punto de detener el flujo de mi Chi, el espacio fue ocupado nada menos que por mi querida Naomi. Me besó en los labios con pasión, pero no era tan experimentada como Milena, así que todos en la cueva pudieron oírnos, pues ella no podía controlar su respiración. En la oscuridad, Milena dejó escapar una risita antes de decir con debilidad:
—No oigo nada, así que pueden seguir. Pero Naomi, tendré que recordarte que Josué es bastante exigente, así que puede que no tengas suficiente tiempo para satisfacerlo.
—Señora Zabaleta, no pretendía hacer nada fuera de lugar. Solo no pude evitar sentirme atraída por él —dijo Naomi avergonzada.
—Es normal enamorarse de alguien, así que no tienes que reprimirte.
—Pero me asusto siempre que Rosalí está cerca. Tengo miedo de que me riña.
—No pasa nada, pues no está aquí ahora, así que puedes hacer lo que quieras. Además, Rosalí solo muestra una fachada. Aunque hoy te trató con rudeza, fue la que menos comió durante la cena.
—Tiene razón...
Naomi comenzó a besarme de nuevo, lo que me ayudó a acelerar el ritmo de mi entrenamiento. A mitad de nuestra sesión de besos, me preguntó:
»Cariño, ¿por qué no dices nada?
Como no podía hablar, solo la besé una vez más para demostrarle que lo necesitaba. Incluso empecé a chupar su lengua para mostrarle mi deseo de intercambiar fluidos, cosa que a ella no pareció importarle. De hecho, se alegró por ello, pues dijo mientras me besaba:
»Te amo, te extraño y también quiero estar entre tus brazos al dormir. Lo siento por ser una cobarde que no se atreve a decir una palabra delante de Rosalí.
De repente, Rosalí regresó, así que Naomi volvió rápido a su sitio, después de morderme el labio. En cuanto se subió a la cama de hierba improvisada, Rosalí murmuró con gentileza:
—Bien, hora de dormir... Josué, ¿por qué estás frente a mí? ¡He sentido tu aliento! ¿Se estaban besando otra vez?
—No —respondió Naomi por instinto.
—¡Argh! ¡Es mejor que no lo hagan! Josué, cubre mi vientre para que no me resfríe —ordenó Rosalí.
Solo pude cumplir con su exigencia y ella dijo con rudeza:
»¡No llevo ropa, así que te daré una paliza si mueves la mano de ese sitio!
Sin decir una palabra cerré los ojos e ignoré a todos, para así concentrarme en mi entrenamiento.
El cielo estaba brillante cuando me desperté. Era extraño que me sintiera renovado a pesar de no haber pegado ojo, pues pasé toda la noche entrenando. Tanto Rosalí como Milena habían salido de la cueva, pero Naomi seguía mirándome mientras estaba acostada a mi lado. Me dio un beso antes de elogiarme con suavidad:
—Cariño, te ves atractivo cuando duermes.
No fue hasta que pasamos un rato besándonos que salimos de la cueva. Al salir, Juan corrió hacia nosotros con mucha excitación mientras sostenía un objeto.
—¡Ya está hecho! ¡Podremos atrapar algo para comer!
Miré la jaula de madera que tenía en sus manos. No utilizó clavos, pues lo único que hizo fue cortar algo de madera para montar la jaula.
—¡Eres un gran artesano! —grité sorprendido.
—Antes me molestaban mucho y nadie quería jugar conmigo, así que siempre me pasaba el tiempo haciendo manualidades solo… —dijo Juan avergonzado—. Por cierto, esto es una trampa para cangrejos.
Tenía un túnel que conducía al cangrejo al interior de la jaula, siendo el extremo interior más estrecho que el exterior, y además la jaula era hueca.
»Podemos poner algunas salchichas dentro como carnada antes de lanzarla al agua y también podemos cortar mi ropa para usarla como cuerda para sujetar la jaula. Entonces, solo queda esperar a que los cangrejos muerdan el anzuelo. Solo podrán entrar en la jaula para alimentarse, pero no podrán escapar. Esto es solo un prototipo, pero ¡trabajaré en una versión mejorada si funciona! —explicó Juan.
Rosalí se burló antes de preguntar:
—¿En realidad podemos atrapar cangrejos con esto?
—¿Por qué no hacemos una apuesta? —preguntó Juan con voz suave—. ¿Puedo pelar los cangrejos por ti si logramos atrapar alguno? ¡Se… sería un sueño hecho realidad!
—¡Tienes un deseo tan humilde, miserable! De acuerdo, ¡apostemos! —respondió Rosalí a modo de burla.