Capítulo 285 Las sombras demonio
«¡Maldita sea!».
¿Cómo podía ser rival para estos Discípulos Élite? Sabía que me era imposible quedarme a luchar por lo que me volteé ¡y salí corriendo! El viento me silbaba en los oídos y pude escuchar los pasos que venían detrás de mí, cada vez más cerca. Víctima del pánico, di un salto hacia adelante. Mientras saltaba con fuerza hacia adelante, una espada afilada pasó sobre de mi cabeza y me asustó. Si hubiera ido un poco más lento en ese momento, ¡me hubiera matado! Era Caleb el que empuñaba la espada. Me gritó con desdén:
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