Capítulo 209 Dicha incomparable
La sensación de esa dicha incomparable era tan abrumadora que sentí que me estaba volviendo loco. Nunca esperé que una persona tan orgullosa como Rosalí se refiriera a sí misma como mi mujer. Mientras la estrechaba en un fuerte abrazo, enterró su rostro en mis brazos antes de continuar:
—Nunca tuve la intención de mudarme a la otra casa. Solo quería que Milena e Ivet se mudaran, ya que yo estoy a gusto aquí. Además, puedo quedarme contigo.
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