Capítulo 28 Sal, Enrique Laguardia
Envueltos en la oscuridad de la noche, salimos con sigilo hacia la base de la Secta de los Cuchillos Punzantes de Enrique. Por supuesto, había un hombre vigilando. A lo lejos, noté a alguien en cuclillas al final del camino, pero era solo uno. Después de todo, el equipo de Enrique no tenía muchos integrantes en ese momento, así que seguro se turnaban para vigilar durante toda la noche.
—He estado observándolos en secreto. El vigilante nocturno rondará solo toda la noche. No habrá ningún cambio de turnos —dijo Gonzalo.
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