Capítulo 329 Raspar el veneno de sus huesos
¡Esos bast*rdos nunca tuvieron la intención de dejarme libre! Después de romper la ventana, salté por ella con las dos chicas en brazos. Aterrizamos junto a nuestros caballos en la carretera. Conmocionada, Celeste trató de cubrirse el cuerpo mientras gritaba angustiada:
—¡No estoy vestida!
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