Capítulo 118 Déjame ayudarte
Mientras me encontraba acostado a su lado, solo podía pensar en su cuerpo, que estaba a la altura del de Rosalí. «Mmm, eso no está bien». Rosalí nunca se mostraba desnuda ante mí. Llevaba algo puesto por la noche, así que no podía verla.
Sin embargo, Yanet enfrió enseguida mi lujuria, pues siguió hablando de su vida escolar, su plan de venganza y algunas de sus preocupaciones. No había nada de lo que no hablara y, al poco rato, amaneció. Como no había ocurrido nada a pesar de que ambos estábamos desnudos, estaba seguro de que solo me veía como su amigo.
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