Capítulo 20 ¿No perdieron?
Como era de esperar, pensaron que solo estaba alardeando. Rosalí gritó aterrada cuando uno de ellos blandió su espada contra mí, pero… ¡mis ojos podían seguir sus movimientos como si estuviese en cámara lenta!
Lo pateé en el pecho a la velocidad de un rayo y se quedó parado en el lugar. ¡Mi patada le había hundido el pecho! Vomitó sangre y cayó inerte al suelo; le arrebaté la espada de las manos.
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