Capítulo 444 Los convenceré
«¡Qué mi*rda! ¡Qué caballero! ¡Y qué movimiento tan bajo! Abel Cruz, ¡desearía con toda mi alma, poder golpearte en la cara!».
El cerrojo electrónico de la puerta de la habitación se abrió y el camarero entró con una comida de aspecto exquisito y delicioso.
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