Capítulo 358 La receta
Isabel se frotó un poco las manos mientras pensaba en lo que Jacinto le había dicho. Pensó que esta vez Abel había cruzado la línea y sus acciones la habían humillado por completo, por lo que lo miró sin un rastro de miedo y le dijo:
—Señor Cruz, en este momento la Corporación Domínguez podría estar en graves aprietos, ¡pero no por eso venderé mi cuerpo! No he participado en ninguno de sus trucos sentimentales de los que me ha acusado. En cuanto a entregarme a usted, ¡puede seguir soñando!
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