Capítulo 365 Esperanzas truncadas
«Aquella fue la peor época de mi vida. Fue una pesadilla que quedó grabada en mi memoria y jamás se borrará. Durante el invierno, tuve que dormir en una cama húmeda y fría. Hacía tanto frío que no podía dejar de temblar. No había nadie que me cuidara cuando me enfermaba, y, si tenía suerte, me daban algunas sobras de comida. Cuando Silvia estaba de mal humor, se desahogaba conmigo, y me regañaba, me pegaba y me castigaba sin ningún motivo. Mi piel siempre estaba cubierta de moretones. Cuando las cosas se volvían insoportables, me acordaba de Jardín de Rosas y de Tito. Pensar en su cariño me daba la fuerza y el valor que necesitaba para sobrevivir a ese tormento. Solía fantasear con él, con algún día poder sentirme cuidada y protegida por alguien otra vez. El destino me concedió mi deseo, pero también puso un muro gigante entre nosotros, pues resulta que Tito es ahora el presidente del Grupo Cruz. Tan brillante como el sol, mientras yo tan ordinaria como la tierra. Y lo que es más importante, a los ojos de Abel, no soy más que una mujer inútil con algo de astucia. Y todo porque dejé una terrible impresión en él desde que regresé al país. Estas barreras entre nosotros han acabado con mis sueños y esperanzas», pensó la joven.
—¿Qué pasa? ¿No quieres hablar de ello? —preguntó Abel al notar lo ensimismada que lucía.
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