Capítulo 371 ¿Podemos vernos?
—Bueno, ya me debo ir. Adiós —dijo David, quien luego se dio la vuelta y se marchó a toda prisa.
Abel esbozó una sonrisa. No esperaba que alguien tan desenfadado como su hermano le tuviera tanto miedo de Sara. «Es su talón de Aquiles. Lo tendré en cuenta para que, si es necesario, tenga con qué amenazarlo», pensó.
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