Capítulo 338 Los problemas financieros de Isabel
Ella no supo qué contestar. Estaba casi volviéndose loca de rabia. «¿Qué le voy a decir a Ricardo?». Respirando profundamente para calmarse, se dio la vuelta y salió de la sala de estudio mientras murmuraba maldiciones en voz baja.
Abel la escuchó decir: desvergonzado, incivilizado, bárbaro, pero no le importó. «La casa es mía ahora. Puedo renovarla todo lo que quiera». Pero no quería revelarle esto a Isabel. Si se entera, es posible que se mude de inmediato, como aquella vez que se mudó de Jardín de Rosas. Si lo hace, ¿no le será muy incómodo ver a Edgar y Juan?
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