Capítulo 279 Nada que ver el uno con el otro
¡Qué placentero era cantarle a alguien sus verdades! Señaló a Abel con el dedo mientras dejaba escapar un largo suspiro y le dijo:
—No debí haberle creído cuando dijo que me pagaría. De haber sabido que las cosas terminarían así, ni siquiera hubiera dejado que me invitara una copa, y mucho menos habría tomado la iniciativa de servírsela. ¿Ha visto alguna vez a un cretino? Porque es usted un grandísimo idiota, ¡el más grande de todos!
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