Capítulo 54 Muy salado
«Abel no me va a hacer caso. ¿Qué puedo hacer si esa mujer sigue tratando así a mi hijo?» Muerta de preocupación, Isabel estaba por abandonar Villa Las Palmas cuando, de manera inesperada, se encontró con Rosa, quien entraba apurada al lugar, pero se detuvo para observarla: aunque vestía ropa casual, era evidente que tenía una figura estilizada, como un reloj de arena, y se notaba que era una mujer bella pese al poco maquillaje que estaba usando.
«¿Será una de las admiradoras de Abel? Nunca antes la había visto».
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