Susana se sentía aturdida al pensar en la gente que se apelotonaba en aquellas filas interminables para conseguir su boleto, mientras que ellos estaban cómodamente sentados en una habitación climatizada donde un empleado del parque les mostraba el catálogo de atracciones para que eligiesen en cuál se querían montar.
—¿No se supone que debemos comprar las entradas primero? —preguntó Susana con voz débil.
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