Capítulo 94 Reflexión
Cuando llegó a su dormitorio del segundo piso, Samuel se sentó al lado de su cama y disfrutó del silencio; sin embargo, un torrente de pensamientos confusos acudió a su mente con rapidez. En esos momentos, poner la mente en blanco era imposible; no importaba cuánto tiempo pasase, su cerebro acudía una y otra vez hacia el trabajo. Para él, poner la mente en blanco era casi imposible, y siempre lo había considerado una absoluta pérdida de tiempo; sin embargo, mientras observaba la luna a través de la ventana de su dormitorio, deseó poder tomarse un respiro de sus propios pensamientos.
¡¿El niño de Susana era suyo?! Ese jovencito de cabello lustroso y piernas cortas, que parecía portarse tan inusualmente bien para un niño de su edad, era en verdad su hijo.
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