Capítulo 130 No quiero un regalo tuyo
Samuel tomó la temblorosa mano de Susana en la suya y se la colocó sobre la barra, pero no la soltó. Quizás se debía a la expresión serena que tenía él, o quizás era porque el hombre le sujetaba la mano con mucha seguridad, pero de pronto Susana se sintió algo más calmada. Sus manos continuaron entrelazadas hasta que la atracción se detuvo por completo.
Finalmente, Samuel soltó la mano de Susana y se dio cuenta que ella no se levantaba, aunque la barra de seguridad había subido; pensó que tal vez estaba aún demasiado asustada, de modo que estiró los brazos para ayudarla a levantarse. Sin embargo, ese inesperado gesto terminó de conmocionarla. Susana le tomó de la mano y le miró con sus grandes ojos, que en ese momento se encontraban perlados de lágrimas.
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