Capítulo 9 Cuenta robada
Al ver a la madre y al niño, lo primero que hizo Yamila fue darle un fuerte beso en la mejilla al Pequeño Colin, que puso los ojos en blanco con un gesto dramático que la hizo reír.
—¡Hace ya un año que no te veo! ¡Mi pequeño Colin se ha vuelto mucho más guapo! Ven, deja que la madrina te bese de nuevo —dijo Yamila alegremente, y frunció los labios para amagar un beso.
Al ver cómo la mujer se acercaba a él, Colin palideció, corrió hacia Susana como si le persiguieran y ocultó el rostro en el hombro de su madre. Dándose cuenta de que su hijo se sentía muy avergonzado, Susana detuvo a su amiga con rapidez.
—Ya está bien. No te burles más de él, porque te ignorará si lo sigues haciendo —dijo ella con firmeza.
Colin podía ser joven, pero tenía un temperamento muy marcado para su edad: una vez se había exasperado tanto por los besos que Yamila quería darle constantemente, que la había ignorado durante seis meses.
Yamila se sentó y contempló las mejillas regordetas del pequeño Colin, que en ese momento estaban infladas en gesto de fastidio. Desde cualquier ángulo que eligiera para mirarlo, siempre parecía adorable. Se rio con ganas hasta que se sirvieron los platos, momento en el que comenzó una conversación más seria con Susana.
—¿Estás segura de que esta vez sí te vas a quedar? —preguntó Yamila.
—Prueba esta sopa más tarde. No me iré por el momento; al fin y al cabo, mi madre vive aquí —respondió Susana mientras llenaba con sopa el cuenco de Colin.
—Esteban y Lorena abrieron una tienda de ropa en Tamal hace unos años. He oído que su negocio va bien y que sus ingresos anuales son de decenas de millones. Me temo que te toparás con ese par de imbéciles si sigues trabajando aquí —le avisó Yamila, con la voz llena de dudas.
Sin embargo, a Susana aquello no le importaba nada.
—Acabo de encontrarme con Lorena, y no me alteré lo más mínimo. Puedes estar tranquila.
—¡¿Qué?! ¡¿Cómo que os acabáis de encontrar?! ¡¿Estás bien?! —gritó la mujer, preocupada.
Yamila había permanecido con Susana en el extranjero durante seis meses, así que sabía mejor que nadie lo abatida que había estado durante su recuperación mental y emocional, después de haber sido traicionada por esas dos serpientes. Susana no era un espíritu fuerte, así que Yamila estaba muy preocupada de que pudiera sufrir en manos de Esteban y Lorena. Susana se sintió conmovida por la consideración de su amiga, pero al mismo tiempo la encontró divertida.
—Yamila, estoy realmente bien. Ya no soy sólo Susana, sino también la madre de Colin. Puedo cuidar de mí misma, así que no te preocupes por mí.
Siempre se decía que la voluntad de una madre era inquebrantable; la Susana del pasado había sido débil porque había puesto todas sus esperanzas en manos de un bastardo como Esteban. Colin sólo tenía un pariente en el mundo y era ella, su madre; por ello, tuvo que volverse más fuerte, para protegerle de los peligros del mundo. Sin embargo, Colin también se sentía en la necesidad de proteger contra todo y todos a lo único que tenía en el mundo, su madre.
—Madrina, yo protegeré a Mamá y no dejaré que nadie la intimide. Espera y verás —declaró el niño mientras sacaba pecho.
Mientras tanto, en cierta cuenta móvil de Twitter que contaba con más de 500.000 seguidores, se publicó un curioso post: «¡Increíble! La líder de opinión de Hada de las Nubes se ha gastado 120.000 en un bolso falso». El texto iba acompañado de un vídeo en alta resolución, donde se veía cómo Lorena enloquecía en la tienda de GC al enterarse de que su carísimo bolso no era más que una carísima imitación. Para cuando Yamila lo descubrió, la publicación ya llevaba más de diez mil comentarios y había sido compartida veinte mil veces.
«¡Santo cielo! ¡120.000 en una imitación! ¡Qué hazaña! Es muy probable que sea la falsificación más cara de la historia», «¿No decía el Hada de las Nubes que Lorena era tan rica como bella, y que vivía en una gran mansión? ¡Poco le va a durar el dinero, si se deja engañar con tanta facilidad!». Sin embargo, también había comentarios de personas que estaban a su favor, pero eran los menos numerosos: «Quien tiene la culpa es el vendedor que la ha engañado. ¿Quién no ha comprado una falsificación sin querer?» decía uno de ellos.
Cuando terminó de ver el vídeo, Yamila estalló en carcajadas.
—¡Jajaja! ¡120.000 por un bolso falso! ¡Con este vídeo tengo para reírme durante un año entero! Y eso que compró fans a mansalva para convertirse en influencer. ¡Una belleza rica y guapa! Seguro que perderá muchos seguidores después de este incidente. Jaja, ¡Dios mío! ¡Me duele el estómago!
Sin embargo, en ese momento la publicación de Twitter desapareció, y unos minutos después, el propietario de la cuenta donde había sido publicada escribió un post donde indicaba que su cuenta había sido pirateada. De todas formas, muchos internautas habían descargado el vídeo antes de que lo borraran, de modo que, aunque la publicación original desapareció, las imágenes igualmente se hicieron virales.
Susana apartó la mirada del teléfono de su amiga y se volvió lentamente para mirar a Colin, que se esforzaba por concentrarse en su cuenco de sopa.
—¡Colin! ¿Fuiste tú quien pirateó la cuenta y colgó el vídeo? —exclamó la mujer en tono enfadado.