Capítulo 10 Twitter
A pesar del alto coeficiente intelectual del Pequeño Colin, no dejaba de ser un niño que tenía miedo de que su madre se enfadase con él, así que, al escuchar el tono de voz de Susana, se apresuró a agachar la cabeza. Yamila no comprendía muy bien lo que había pasado, pero cuando vio que el niño se hacía un ovillo, lo tomó en brazos y le lanzó una mirada de reproche a Susana.
—Susana, ¿por qué tienes que ser tan mala? ¡Estás asustando a mi pobre bebé! Pequeño Colin, todo está bien, tu Madrina te protegerá.
Sin embargo, Colin se molestó por las palabras de Yamila, así que se deshizo de su abrazo y la miró a los ojos.
—Madrina, esto es culpa mía. No culpes a Mamá —dijo el niño en tono serio. Al momento, se volvió hacia su madre con una mirada de sincero arrepentimiento en los ojos—. Mamá, lo siento. No volveré a hacerlo.
—¿Y qué has hecho mal? —preguntó Susana, al tiempo que cruzaba los brazos sobre el pecho.
El Pequeño Colin levantó la cabeza para mirarla con ojos suplicantes; como su madre mantuvo una actitud inflexible, agachó de nuevo la cabeza y guardó silencio mientras hacía un mohín de contrariedad con los labios, pues era un niño algo testarudo. Susana sentía cómo le palpitaban las venas de la sien, pero se forzó a recordar que Colin sólo tenía cinco años: «¡Colin sólo tiene cinco años! ¡Sé paciente con él! Paciencia, Susana» se repetía ella a modo de mantra. Sin embargo, el motivo de su preocupación era ése: con sólo cinco años, Colin había pirateado una cuenta de Twitter con cientos de miles de seguidores. ¿Hasta dónde llegaría de mayor, si no lo controlaba desde ese mismo momento?
Colin era muy inteligente, pero también era demasiado joven para saber cómo manejar su propio potencial de forma ética: se guiaba por caprichos e impulsos, y a menudo no pensaba en las consecuencias de sus acciones. Susana respiró hondo y subió al pequeño a su regazo. Rápidamente, Colin le rodeó el cuello con los brazos y la miró con ojos de infinita tristeza. Susana suspiró y sostuvo la regordeta cara del niño entre sus manos.
—Mamá sabe que lo hiciste por mí. Por eso robaste la cuenta y enviaste ese correo, para reclamar justicia para tu mamá. Sin embargo, suplantar la identidad de un usuario de Twitter, y más uno tan importante, va contra la ley. Eres un buen niño. No vuelvas a hacer algo así, ¿ok? De lo contrario, preocuparás mucho a Mamá.
—Está bien, lo sé. No volveré a robar la cuenta de otra persona nunca más —respondió el Pequeño Colin mientras arrugaba la nariz. Sin embargo, sus planes iban en dirección opuesta a esa promesa. «Parece que deberé tener cuidado la próxima vez. No puedo dejar que Mamá lo sepa; ella es muy tímida, así que si se entera, se asustará» se dijo el niño.
Ajena por completo a los pensamientos de aquel adulto en miniatura, Susana le dio un beso en la frente y sonrió, feliz.
—¡Éste sí es el niño bueno de Mamá! —exclamó ella.
Yamila, que estaba sentada en el extremo opuesto de la mesa y por tanto los veía a los dos de frente, comprendió lo que había pasado después de escuchar su conservación. Sin embargo, le sorprendió tanto que se quedó mirando al niño con ojos incrédulos.
—Susana, ¿quieres decir que el post de Twitter lo publicó Colin? ¿Ha pirateado una cuenta famosa? ¡Pero si sólo tiene cinco años! —dijo Yamila en voz alta por la emoción, lo que hizo que la gente que comía en las mesas cercanas se fijase en ellos.
—Yamila, cállate —le susurró Susana, avergonzada.
Susana le había contado a Yamila que el Pequeño Colin tenía un alto coeficiente intelectual, pero nunca habría imaginado que su ahijado, de tan sólo cinco años, fuera un hacker que robase las cuentas de otras personas. Sin embargo, Yamila encontró aquello fascinante, y felicitó a Colin levantando los dos pulgares hacia arriba.
—¡Pequeño Colin, tu Madrina está muy orgullosa de ti! Como el hombrecito que eres, tienes el deber de proteger a tu madre.
—¡Colin, no escuches sus tonterías! Recuerda lo que te acaba de decir Mamá. Yamila, ¡no le des malos consejos! —advirtió Susana, al tiempo que fulminaba con la mirada a su mejor amiga; lo último que hubiera esperado era que Yamila le elogiase por cometer un delito.
Yamila soltó una carcajada mientras se desplazaba por los posts y comentarios con la etiqueta «Hada de la nube esponjosa», pues le estaba encantando lo que veía. Sin embargo, como sabía que Susana estaba muy irritada por todo aquel asunto y temía que se enfadase de verdad con ella, contuvo la risa hasta que sus pulmones estuvieron a punto del colapso.
—Pequeño Colin, ¿de verdad hackeaste la cuenta y enviaste ese post? Está muy bien escrito —le susurró Yamila al niño durante un momento en que Susana fue al baño.
—¡Eso no es nada! Utilicé big data para buscar la forma de hablar más popular de Twitter, y luego utilicé el estilo de escritura más efectivo. ¡No es gran cosa! —respondió el niño con indiferencia mientras lamía su helado.