Capítulo 388 ¡Isabela, mi hermana murió por tu culpa!
Oí el sonido de unos pasos. Había hecho mucho ruido y Abril y Roberto me habían escuchado. Giré la cabeza hacia la puerta, ellos corrían hacia el balcón. Me había salvado. Silvia me soltó en ese mismo instante, me sujetó por el cuello de la ropa y me subió. Antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasando, las dos habíamos invertido nuestras posiciones; ahora ella era la que colgaba de la barandilla y yo la que se abalanzaba contra ella. Todo sucedió en un lapso de segundos, antes de darme cuenta de que me apoyaba en Silvia, ella se había soltado y había caído hacia atrás. Sus piernas dejaron de pisar el suelo y cayó sobre la barandilla.
—¡Isabela, detente! No me empujes —gritó antes de caer por el balcón.
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