Capítulo 31 El testamento de mi padre
Cuando llegamos a la residencia de los Ferreiro, noté que el altar había sido desmontado y la sala de estar había vuelto a su estado normal. Mi padre bien podía estar en ese momento en su estudio, trabajando o leyendo o bien podía salir de su estudio con una taza de té en las manos. Me quedé mirando el estudio de arriba, no me di cuenta del momento en que Roberto se había sentado frente a mí, no tenía sentido que estuviera cerca cuando se le diera lectura del testamento a mi familia, pero no me interesaba saber por qué había aparecido. No me había dirigido ni una sola mirada desde lo ocurrido el día de ayer y yo tampoco había considerado mirarlo a él.
Todos tomaron asiento, Laura habló antes de que el abogado pudiera decir algo.
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