Roberto se fue a primera hora de la mañana. Volvió a montar guardia durante la noche.
No lo entendía en absoluto. Me había dicho que no me enamorara de él. Eso significaba que no estaba enamorado de mí. ¿Por qué quedarse en el hospital para cuidarme entonces? Había muchos médicos y enfermeras en el hospital. Tenía una enfermera contratada que me cuidaba las veinticuatro horas del día. Sólo podía haber una razón. Abue lo obligó. Seguro le rompería las piernas si regresaba a la mansión o a la residencia Lafuente.
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