Capítulo 144 Perdóneme la vida, buen hombre
Antes de que Abril pudiera responderme, la puerta de mi oficina se abrió. Temblé al darme cuenta de quién estaba parado en la entrada. Era Roberto. Aún llevaba el esmoquin. Ese esmoquin azul marino con líneas dorado oscuro. Se veía elegante. En exceso, de hecho. También parecía listo para matar a alguien.
―Cielos ―dijo Abril y retrocedió―. Alguien tiene sed de sangre.
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