Capítulo 426 ¿Tanto te importan el prestigio y el estatus?
La había tratado como a una hermana, pero ella me había tratado como su mayor enemiga. Pensé que era amable y de buen corazón; ella en cambio me consideraba una idiota. Estaba anonadada, pero no me iba a quedar de brazos cruzados, no sería el cordero que enviaban a su muerte. Aquella reunión era una trampa, no podía permanecer más tiempo en mi habitación.
Regresé a mi oficina y llamé a Andrés de inmediato para ordenarle que acudiera tan pronto como fuera posible. Llegó sin tardanza y le entregué los papeles, mirándolo en silencio al tiempo que los leía.
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