El interrogatorio duró dos horas. Me hicieron las mismas preguntas una y otra vez. Era agotador. Me sentía completamente exhausta después de esa terrible experiencia. Les pregunté a los oficiales por qué no revisaron las cámaras de seguridad. Sus rostros se oscurecieron en el acto. Uno de ellos dijo:
—Sabemos lo que hacemos.
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