Abril y yo nos despertamos muy temprano al día siguiente. Ella se alistó y me llevó al salón de belleza para un cambio de imagen. Habíamos olvidado que los salones no estaban abiertos por la mañana. Llegamos a las ocho y media y las puertas estaban cerradas. Nos sonreímos con ironía y Abril sugirió ir a desayunar.
Esa era una gran idea y fuimos por unos huevos fritos y café. Tenía mucho tiempo que no comía algo tan sencillo. Me comí dos huevos de un bocado y mi estómago casi explotaba.
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