Capítulo 58 La decisión está en mis manos
No pude volverme a dormir después de tomar el agua. Roberto volvió al sillón y siguió mirando su laptop. Sabía que estaba trabajando. Era un hombre ocupado. Cada segundo de su tiempo valía millones y por eso trabajaba mucho. Todos en la compañía le temían. Incluso sus dos hermanos mayores tenían que adaptarse a su temperamento.
Desde donde yo estaba, pude verlo bien. La gente decía que un hombre trabajando se veía mejor. En el caso de Roberto, no importaba: se veía bien a la hora que fuera.
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