Capítulo 430 El padre de Abril
Había escuchado decir que ser brutalmente honesto se sentía bien. Pues no era como me sentía. No sólo había herido a otra persona, me había herido a mí misma con mi brutal franqueza.
No miré a Roberto después de gritar, sino que me di la vuelta. La habitación se sumió en un silencio. Luego de un momento, escuché cómo se cerraba la puerta. Se había marchado y había cerrado tras de sí con suavidad, sin azotar la puerta. La cerradura se activó con un pequeño chasquido.
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