Capítulo 275 Hola, hermana
Cierto. Era un hombre honesto. Comencé a recordar cómo era de niño: juguetón y travieso, esa clase de niño que se aventura por el camino menos transitado. Su madre había obtenido la custodia, por lo que él debió haberse puesto de su lado, pero siempre que su madre llegaba a causar problemas, se nos unía y jugaba con nosotros como si fuéramos amigos. Sabía divertirse, lo sabía todo: trepar árboles, robar huevos de los nidos, pescar en los arroyos. Era interesante y peculiar. Y habría sido hipócrita fingir tener el corazón roto. Tal parecía que no había cambiado nada.
Las rosas que me había traído estaban en plena floración. Se veían hermosas en el jarrón verde pálido. Me quedé distraída con su belleza. Recordé que habíamos tenido espalderas en la vieja casa donde vivía con mi madre. Las teníamos llenas de rosas rojas y rosadas, mezcladas en cúmulos que alegraban la vista.
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