Capítulo 42 Acobardarse ante Dios
El pecho le dolía tanto que Pedro pensó que podría explotar en cualquier momento. Mientras tanto, el público jadeó al ver lo malherido que estaba; suponían que ese perdedor quería morir por atreverse a poner un dedo encima a alguien de la familia Lacosta. Pedro palideció, se agarraba el pecho mientras maldecía y rechinaba los dientes:
—Cómo te atreves a patearme... desgraciado... Te metiste en un gran problema...
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