Capítulo 30 ¡Vete al infierno!
¡Plas! Kevin levantó el brazo y protegió a René del golpe. Casi inmediatamente, la silla se rompió en pedazos. Al ver eso, los hermosos ojos de la joven se enrojecieron al instante. Mientras lo abrazaba, preguntó afligida:
—¡¿Kevin, estás bien?! ¿Estás herido?
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