Capítulo 10 Los cien intentos de asesinato de Selena
Kevin le dio un pellizco descarado a Selena mientras sonreía.
—No te has olvidado de mí, ¿verdad, Selena?
Ella se giró despacio como una muñeca sin vida y se apoyó contra el amplio pecho de su hermano.
—¿E-en verdad eres Kevin? —preguntó.
En un instante, tenía los ojos enrojecidos y las lágrimas a punto de desbordar. Mientras que Kevin le subió la tira del camisón que se deslizaba por sus hombros.
—Soy yo. Ha pasado mucho tiempo, Selena.
—Kevin... —Los ojos de la joven se iluminaron y rodeó al muchacho con los brazos mientras enterraba la cabeza en su pecho y susurró con voz apagada—: ¿Has vuelto... para morir?
Aunque no escuchó lo que dijo exactamente, pudo sentir la fría malicia que emitía y sin dudarlo ni un segundo, escapó del abrazo de Selena con un giro, saltando al sofá que había a un lado.
—No estarás pensando realmente en matarme, ¿verdad, Selena? —preguntó desconcertado.
Mientras se crujía los nudillos, Selena habló con impaciencia.
—¡Has visto casi todo mi cuerpo! Esa es lo peor que puede pasarle a una asesina.
—¿A-asesina?
Kevin volvió a quedarse sin palabras. En ese momento, lo que le había dicho René se reflejó en su mente. «Ella presta sus servicios a clientes especiales. No me digas… ¿Su servicio incluye básicamente eliminar el personal no deseado para sus clientes?».
—Selena, vamos a calmarnos por un segundo. —Kevin extendió la mano y le preguntó en broma—: ¿En verdad tienes el corazón para matarme, a mí, tu querido hermano?
—No, no lo tengo.
—Entonces, ¿por qué sigues intentándolo?
—Es precisamente porque eres mi amado hermano que te daré cien oportunidades. —Extendió su dedo índice hacia él—. Intentaré matarte cien veces, si consigues sobrevivir a mis cien intentos, dejaré de intentarlo. Ahora mismo, has escapado con éxito del primer intento; faltan noventa y nueve más.
Kevin se quedó mudo.
—¿Podemos negociar, Selena?
—No. Nunca dejo vivir a mi objetivo. Ya estoy haciendo una excepción por ti —respondió ella con frialdad.
—Entonces... ¿Puedes al menos ponerte pantalones? —Kevin señaló sus hermosas piernas—. Soy un hombre adulto normal. ¿No me estarás intentando hacer caer en una trapa?
Al instante, un matiz rojo se extendió por el gélido rostro de Selena.
—Noventa y nueve veces, Kevin. No te lo pondré fácil. —Selena corrió a su habitación después de amenazar a su hermano y, justo en ese instante, René había regresado.
—¡René, por fin has vuelto! ¡Selena da miedo! —Después de bajar corriendo las escaleras, acusó a su hermana mientras le quitaba la compra a René para ayudarla—. Ha dicho que va a matarme.
Aunque los intentos de asesinato de Selena le parecían un juego de niños, no quería tener que cuidarse las espaldas, ni siquiera mientras dormía. Había pensado que René lo defendería después de delatarla, sin embargo, su hermana mayor se limitó a sonreír con cariño.
—Ninguna de las siete interferimos en los asuntos de las otras y resulta que Selena es una asesina, así que no intervendré. —Al ver que Kevin estaba estupefacto, René presionó un dedo contra su frente y preguntó con voz dulce—: ¿De verdad crees que te matará? Ella fue quien más lloró cuando desapareciste. —Kevin se sintió conmovido, pero lo que escuchó a continuación lo dejó sin palabras de nuevo—. En ese momento, dijo, mientras afilaba su cuchillo y lloraba, que te mataría y te convertiría es una muñeca de trapo si te atrapaba. Así, nunca más volverías a desaparecer —añadió René mientras lavaba lo que acababa de comprar.
Mientras tanto, Selena bajó a la cocina después de cambiarse de ropa y se colocó detrás de Kevin silenciosamente.
—René, freiremos a Kevin para la cena —murmuró.
A pesar de que hacía tiempo que percibía a alguien detrás de él, a Kevin se le seguía poniendo la piel de gallina.
—Selena, ¿alguna vez haces ruido al caminar?
—No, pero está claro que sentiste mi presencia. —Sonrió con complicidad.
Sin embargo, él se hizo el tonto.
—¿Cómo voy a saber que bajaste si no me he dado la vuelta?
—Puede que seas capaz de engañar a René, pero a mí no me puedes engañar. —Entornó los ojos—. ¡Habla! ¿Qué has estado haciendo en la última década?
Kevin sabía que la pelea que habían tenido hacía un momento la había hecho sospechar. Con su habilidad, ni siquiera alguien entrenado podría acercarse a ella, sin embargo, él era capaz de someterla con facilidad, así que, ¿cómo no iba a sospechar?
—¡Me uní al ejército! —No estaba mintiendo exactamente—. Me alisté en el ejército durante unos años, y hace poco que me dieron de baja.
—¿El ejército? —Una pizca de dolor se reflejó en la mirada de Selena mientras acariciaba el hombro de Kevin—. Debió de ser duro el ejército, ¿no? Tus habilidades de lucha son mejores que las mías ahora.
—No, solo me he vuelto un poco más fuerte. Tú sigues con ventaja.
—Los dos la tenemos. Si alguna vez alguien se atreve a intimidarte, dímelo, me desharé de ellos.
Él se apresuró a agitar la mano, restándole importancia.
—No es necesario. Solo... no me mates.
—Ni hablar —dijo ella con gravedad—. Son dos asuntos completamente diferentes.
Después de terminar de comer, Kevin miró su reloj y le dijo a René:
—René, mi coche sigue estacionado en tu oficina. ¿Puedes llevarme allí? Voy a recoger al abuelo José en el orfanato para llevarlo al hospital.
—¿El abuelo José está enfermo? —Selena dejó los cubiertos—. Entonces, iré contigo.
René negó con la cabeza como respuesta.
—Es uno de los niños de allí. Alicia lo está operando.
—Entonces, no. —Selena se levantó y anunció mientras se dirigía a las escaleras—: No volveré esta noche.
—¿No? —Kevin se dio la vuelta y preguntó mientras apoyaba un brazo en el respaldo de la silla—. ¿A dónde vas si no vuelves a casa?
—A matar, a ganar dinero para comprarte veneno.
Tras decir eso, Selena desapareció en el rellano de la escalera...