Capítulo 107 Ojo por ojo, diente por diente
Un dejo de desprecio se reflejó en el rostro de Kevin ya que pensaba que Marcos y Melina eran demasiado omnipotentes; ¡estaban dispuestos a envenenar a su propia hija! El joven colocó dos dedos en el vientre bajo de Cecilia, luego en el centro del abdomen, en la zona del ombligo y en varios puntos de acupuntura mientras aplicaba una fuerza ligera pero intensa. Al cabo de más de diez segundos, el rubor en el rostro de la joven se desvaneció poco a poco y comenzó a estabilizársele la respiración. Poco después, se quedó profundamente dormida…
Mientras contemplaba su rostro sereno, Kevin sintió compasión por ella. La cubrió despacio con el edredón antes de quedarse dormido en el sofá chaise longue que estaba junto a la cama. No estaba tan desesperado como para aprovecharse de una muchacha inconsciente. «Si no, no sería muy distinto a ese asqueroso de Carlos».
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