Capítulo 400 Isabela, eres despreciable
Aunque me dijeron que mantuviera distancia con Silvia, seguíamos siendo colegas y trabajábamos en la misma oficina. No había forma de evitarla para siempre. No pasó mucho tiempo antes de que me la topara en el pasillo.
Silvia se había tomado un largo descanso, aunque no parecía haberle servido mucho. Se veía pálida y demacrada. Parecía que se esforzaba mucho con el maquillaje pero no lograba ocultar su palidez ni el cansancio en su rostro. Había perdido muchísimo peso. Se le notaban las venas del cuello. Parecía una grulla de cuello delgado que había sufrido lo que le tocaba en esta vida.
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