Capítulo 45 Vayamos a comer
No tuve piedad con Roberto que sufrió todo el peso de mi golpe poderoso. Gritó de dolor y su rostro palideció al instante. Parecía que en verdad le dolió.
Sin embargo, dudé que me dejaría ir para buscar ayuda. Si lo hubiera hecho, no sería el Roberto que yo conocía. Así de loco era este sujeto. A pesar del dolor que estaba sintiendo, siguió presionando y mordiendo mi cuello con fuerza. Algunas lágrimas brotaron de mis ojos en ese momento. Ahora no presionaba más los dientes, sino que comenzó a chupar el mordisco. ¡Estaba tratando de dejarme chupetones en el cuello!
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