Capítulo 25 Personalidades diferentes, destinos diferentes
No era alguien que llorara con facilidad, pero mis emociones salieron a flor de piel en cuanto la oportunidad se presentó y no me fue fácil contenerlas. Era como una manguera descompuesta, no pude contener las lágrimas. Mi hermana mayor llegó después de un rato, Ella y mi madrastra bajaron las escaleras, fue entonces cuando por fin paré de llorar.
Su llanto era como si estuviese actuando, mi hermana mayor emitió unos cuantos gemidos y respiró profundo de forma rítmica, la actuación de mi madrastra era más sutil, dio unos cuantos sollozos y después se desmayó. Hubo un caos en la sala, nuestras empleadas domésticas, la señora Agustina y la señora Rosa, llamaron de manera frenética al doctor mientras que Roberto y la mayor de mis cuñadas llevaban a mi madrastra de regreso a su habitación.
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