Capítulo 146 La silla
Heros inhaló, bajando ligeramente la cabeza en una reverencia casi imperceptible. Luego, avanzó. Cruzó el umbral con pasos seguros, sin titubear.
Hestia lo observó con atención mientras él se acercaba. Allí estaba su perfecta creación; ese hombre tímido y con complejos que se había cruzado en la calle. Ahora era su amante y el padre de sus hijas, que había formado a su imagen y semejanza, como una divinidad. Era la persona que la había amado a pesar de su arrogancia, maldad y perversidad. Heros era su alma gemela, con él que podía compartir toda clase de actos puros, impuros, románticos o lascivos.
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