Capítulo 121 Las raíces
El ambiente en la lujosa sala del penthouse seguía impregnado de tensión, una brisa helada que ni el té humeante podía disipar. Las miradas se entrecruzaban como espadas en un duelo invisible, midiendo cada palabra, cada gesto, cada insinuación que flotaba en el aire.
La señora Deale mantenía la espalda erguida, la barbilla ligeramente elevada en un intento de no ceder ante la poderosa presencia de la mujer que tenía enfrente. Sus ojos claros, llenos de juicio y recelo, analizaban a Hestia con una intensidad que delataba su incredulidad. ¿Cómo era posible que su hijo, su dulce y apuesto hijo, terminara enamorado con una mujer como ella?
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