Capítulo 81 Desenfreno carnal
Las enmascaradas se apartaron las estrellas que cubrían sus pechos, para apretárselos con más libertad. Incluso, varias fueron en busca de otra de sus compañeras, para empezar a besarse y tocarse de modo instintivo. Se frotaban en su intimidad con sus manos, observando la escena entre la pareja principal. Daban rienda suelta sus bajos instintos, mientras emprendían una unión lésbica desenfrenada.
Hestia Al pasar los minutos, se soltó el sujetador y se roció saliva entre sus pechos, para proseguir haciéndole una rusa mientras hacía fricción con sus enormes senos. Sus pezones se habían vuelto rígidos ante el tacto que ejecutaba. Para culminar utilizó solo sus manos y su boca fue llenada por la dulce miel de Heros. Se tragó hasta la última gota y se limpió los labios con su lengua de forma impúdica. Sin embargo, necesitaba y ansiaba ser llenada por la pieza que completaba su rompecabezas. Se dio media vuelta, colocándose de espaldas a Heros. Así, se soltó los broches de las medias y se inclinó hacia adelante, para quitarse las bragas, regalándole su más hermoso paisaje a su chico. Acomodó de nuevo los seguros de los tirantes, habiéndose despojado solo de sus pantis en esta oportunidad. Su abultado torso se revelaba desnudo, al igual que su abdomen plano, sus solidos brazos y sus gruesos muslos. Se sentó ahorcajadas en el regazo de su joven amante y con su mano derecha fue acomodando la erguida virtud en su interior, la cual vibraba en su palmar, por el anillo tecnológico que le había puesto. Soltó un jadeo cuando se deslizó en su divinidad y la tuvo toda adentro. Se aferró con sus brazos en la nuca de Heros y comenzó a menear y levantar sus caderas de modo pausado. Realizaba figuras circulares, en tato repetía el movimiento. El erguido y duro atributo la expandían en la zona baja de su vientre de una manera celestial que, mezclado con las oscilaciones, le proporcionaba un goce alucinante. Una enorme parte del cuerpo de Heros ahora ocupaba su sitio desierto. Embelesada, se hallaba perdida en la azulada mirada del hombre que la satisfacía. Aunque, viéndolo bien, entendía por qué se había enamorado de él; era un adonis, por el cual se pelearían las diosas inmortales para poseerlo.
Obtiene más cupones de libro que los de la app Recargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread