Capítulo 10 Proposición indecente
Así, los dos compartieron de un auténtico banquete de dioses. El escolta regresó con lo que su señora le había mandado a buscar.
Hestia le entregó la tarjeta y continúo hablando con Heros, quien era capaz de sostenerla y sobrellevar el hilo de la conversación. A veces hablaban en francés, mientras le comentaba técnicas, para pronunciar mejor el acento, como el uso de la lengua. Aunque lo más práctico hubiera sido enrollarla con la de él, mientras intercambiaban saliva. Las horas pasaron volando en el reloj. El atardecer ya dominaba el inmenso firmamento. No se habría interesado en Heros, si Lacey no la hubiera engañado, pero era agradable, cómodo y liberador estar con el joven, porque podía mostrarse de una manera diferente, a la que estaba acostumbrada a serlo. Era, como si pudiera, desnudarse en total confianza frente a Heros, porque él no estaba al pendiente de sus errores, para exponerla o juzgarla; más bien la veía como una figura de donde aprender debido a su experiencia. Tal vez, Heros se mantenía al margen y precavido, debido a la diferencia de edades. La mostraba respeto, porque era mayor que él, pero su lindo niño, no sabía que, deseaba que la irrespetara. Eso también resultaba estimulador y atractivo, porque al ser un chico tímido, caballeroso y angelical, quería corromperlo y hacer que se quemara en el fuego de su pecado. Su alma, pervertida y malvada, anhelaba unirse a ese hombre, que era un polo opuesto, para quemarlo con su lujuria. Ni siquiera con sus anteriores amantes, se había sentido así de bien y afable.
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