Capítulo 1 Prefacio: el timbre

La preciosa mujer de aspecto divino se encontraba en su glamuroso despacho ejecutivo. El paisaje soleado de la ciudad se veía a su espalda, en las grandes ventanas del rascacielos administrativo. Estaba sentada en su cómoda silla de oficina, frente a su alargado escritorio de madera pulida de tono ébano. En la pared había pintura de una rosa roja envuelta en una llama carmesí. Ella era la CEO y dueña de su propia empresa, siendo la accionista mayoritaria de la misma. Hestia Haller era hija primera de una familia distinguida y adinerada, de raíces francesas y alemanas; pero había construido su corporación financiera de inversiones, con sudor, trabajo y una diestra habilidad para las matemáticas y la psicología, porque le gustaba el dinero y ser capaz de influenciar en las demás personas, sin que ellos se dieran cuenta de que estaban siendo manipulados. Era rebelde y le gustaba ser libre, por eso se había apartado del dominio de sus padres. Siendo así, considerada la oveja negra, por no acatar órdenes de nadie. Pero sus ascendientes no se preocuparon por eso, porque habían quedado con su inmaculada y detestable hermana menor; su archienemiga, ya que era la niña perfecta, pura, inteligente y obediente ante los ojos la sociedad; esa que hacía todo lo que ellos quisieran y la que anteponía la comodidad y la felicidad de las otras personas, por encima de la de suya. Sabía que era una farsa de parte su consanguínea idéntica. Conocía al monstruo detrás de esa fachada. Mas, no estaba para martirizarse por ella en estos momentos de su vida. Había sido suficiente con soportarla durante su niñez y su adolescencia, para hacerlo también ahora que estaban en lados opuestos del mundo. Las hermosas facciones de su rostro eran inexpresivas, como aburrida. En los últimos años, su rutina era la misma y su vida se había vuelto monótona. Aunque, en el pasado, había estado emparejada con un par de hombres que habían sido sus amantes. No obstante, con ninguno llegó a formalizar una relación y tampoco duró mucho. Era como el típico romance de famosos, que no pasaba de una semana o un mes. Solo lo hizo una vez con ellos; sin llegar a repetir, porque no habían logrado darle el placer que anhelaba en lo más profundo de su lasciva alma. Así que, con aquellos sujetos no había ocurrido la gran cosa, pues le gustaba ser libre, y ellos no habían encendido la llama del amor en su corazón; si era que, tenía un órgano latiéndole en el pecho, porque jamás había llegado a sentir nada, ni siquiera alguna emoción de apego por sus mayores, o de fraternidad por sus despreciables parientes. Era independiente, sagaz, segura de sí misma y, sobre todo, le fascinaba delirar ante la frenética sensación del orgasmo. Sí, le encantaba el concúbito y masturbarse en casi cualquier momento o lugar. De esa manera podía apaciguar la libido que había crecido a lo largo del tiempo, al no contar con una intervención masculina que, fuera capaz de dominarla y de llenarla en su entrepierna, con esa erguida y firme virtud de las que eran poseedores; eso era lo único interesante que tenían para ofrecerle. Sin embargo, su adicción era experimentar el clímax, por lo que no iba acostándose con cualquiera que se la colocara al frente. Era ninfómana, más no promiscua, fácil o una zorra, a la que todos pudieran tener. Podía hacerlo hasta cien veces con el mismo. Conocía su valor, su fortuna y su distinción en la escala social, por lo que se consideraba un rubí, ubicado en la cima de un gigante rascacielos. Si alguien quería meter su juguetito dentro de ella, debía ser digno de poder hacerlo. Suficiente había tenido con la mala experiencia con sus olvidados amantes, que se habían jactado de ser buenos en la cama, pero era más lo que habían dicho, que lo que en realidad hicieron, debido a que, ni habían podido satisfacerla o hacerla sentir de verdad una mujer. Era por eso que, había estado sin un compañero de sábanas. ¿Desde cuándo? Ya ni siquiera lo recordaba, porque no los había necesitado, hasta la fecha. Así que, había tenido que hacerlo por su propia mano, y para ello, había comprado gran parafernalia para autocomplacerse; hasta había creado una habitación púrpura, donde podía hacerlo sin contenerse y sin pudor alguno. Era partidaria de la idea, de que las mujeres también podían tener un sitio, para liberar sus bajos y lascivos instintos, porque ellas también tenían ataques de lujuria, con la que debían apagar esa intensa flama en sus zonas privadas. Y, eran mucho mejor que la de los varones, porque eran multiorgásmicas. Había nacido privilegiada al nacer como una dama, y no se limitaba, ni se guardaba como una santa en su sexualidad. La disfrutaba al máximo, como, sin ningún pudor. No se avergonzaba de su cuerpo, ya que era estaba muy segura y confiada con sus maravillosas y voluptuosas virtudes, con las que había sido dotada. Hestia bostezó con disgusto; debía distraerse lo antes posible, o se volvería loca. No pasaba nada de interés. Deseaba que ocurriera o que apareciera alguien, con el que pudiera liberar toda la libido que tenía retenido en su cuerpo y en su alma, y que necesitaba salir, como un impetuoso tsunami, que la hiciera estremecer del delirante placer. Ya los objetos, no eran suficientes para complacerla. Había estado usándolos por años, pero ya había agotado su momento cumbre del gozo, que podían proporcionarle a su necesidad primordial. Alzó su cara, mirando a través de los lentes antirreflectores de sus gafas, que se tornaron de violeta. Sus hipnotizantes ojos verdes, como una esmeralda brillante, se hicieron notar. Vestía un traje de sastre de encaje con falda de color negro, sin blusa por dentro, por lo que sus grandes pechos, se mostraban en la parte superior, siendo protegidos por un incitador sujetador de tonalidad negra. Ambas piernas las tenía tapadas por medias pantalón que, estaban unidas por tirantes a su braga. Su cabello ondulado, corto, era rojo como el granate; le llegaba hasta por encima de los hombros, y era, como un fuego escarlata en una antorcha, que combina a la perfección con su piel caucásica. Sus cejas sacadas eran de un matiz oscuro, como la del vino, y sus pestañas eran redondas y espesas. Se giró en su puesto y movió la llave, para abrir uno de los puestos de los cajones, de donde tomó un diminuto artefacto en forma de huevo, que era morado. Inclinó su cabeza hacia atrás y hundió el botón del control. Apretó los muslos ante la estimulación, que estaba recibiendo por parte del consolador, que había incrustado en su intimidad, antes de salir de su enorme suite de lujo. Su boca, pintada de labial cereza, se estremeció de forma leve, ante las veloces oscilaciones del tierno aparato que estremecían la sensible y suave tela de su intimidad. Sus dedos tiritaron ante la ya conocida sensación a la que estaba expuesta. Sus carnosos labios se mojaron con su saliva, por la moderada excitación que le provocaba. Una comezón se produjo en su humanidad, que debía ser calmada lo más pronto posible, porque si no, podría llegar a morir. Entonces, el timbre de su teléfono sonó con escándalo y se asustó con disimulo ante al asombro inesperado.
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Índice
Capítulo 1 Prefacio: el timbre Capítulo 2 El permiso Capítulo 3 El consolador Capítulo 4 El choque Capítulo 5 Encuentro destinado Capítulo 6 La revelación Capítulo 7 Persuasión divina Capítulo 8 El asecho Capítulo 9 Insinuación perspicaz Capítulo 10 Proposición indecente Capítulo 11 Convicción de acero appCapítulo 12 La destrucción appCapítulo 13 El fuego appCapítulo 14 Segundo encuentro appCapítulo 15 Tenemos un trato appCapítulo 16 Jaque al héroe appCapítulo 17 El suéter appCapítulo 18 El sexting appCapítulo 19 El cometido appCapítulo 20 Nuestro secreto appCapítulo 21 Primer juego appCapítulo 22 La recámara appCapítulo 23 Los infieles appCapítulo 24 Los amantes appCapítulo 25 Truco de magia appCapítulo 26 La habitación púrpura appCapítulo 27 Strip dance appCapítulo 28 To squirt appCapítulo 29 La ambrosía appCapítulo 30 Las fustas appCapítulo 31 Lecciones íntimas appCapítulo 32 La libido appCapítulo 33 Un cuento de hadas appCapítulo 34 La unión appCapítulo 35 El frenesí de la diosa appCapítulo 36 Punto máximo appCapítulo 37 Desborde de agua appCapítulo 38 El cambio appCapítulo 39 Fiesta de antifaces appCapítulo 40 Las réplicas appCapítulo 41 Capturar a la diosa appCapítulo 42 El despertar appCapítulo 43 La fuerza appCapítulo 44 Yo soy insaciable appCapítulo 45 Propuesta laboral appCapítulo 46 El nuevo asistente appCapítulo 47 Dulces mentiras appCapítulo 48 La bienvenida appCapítulo 49 Cara a cara appCapítulo 50 Recompensa peligrosa appCapítulo 51 Los recuerdos appCapítulo 52 Rocío de miel appCapítulo 53 La invitada appCapítulo 54 Gustos perversos appCapítulo 55 Enloquecedora avalancha appCapítulo 56 Lascivia en la oficina appCapítulo 57 Lo que usted mande appCapítulo 58 Los pecadores appCapítulo 59 El aterrizaje appCapítulo 60 La alarma appCapítulo 61 El equipamiento appCapítulo 62 Las calles appCapítulo 63 El inicio appCapítulo 64 La diabla appCapítulo 65 La batalla appCapítulo 66 Pole dance appCapítulo 67 La tentación appCapítulo 68 La correa appCapítulo 69 La degustación appCapítulo 70 La felación appCapítulo 71 La liberación appCapítulo 72 La dominación appCapítulo 73 La presa appCapítulo 74 El banquete appCapítulo 75 El azote appCapítulo 76 El frenesí infernal appCapítulo 77 La tentación del héroe appCapítulo 78 Una pareja verdadera appCapítulo 79 Antes del final appCapítulo 80 Despedida de soltero appCapítulo 81 Desenfreno carnal appCapítulo 82 Érase una vez un matrimonio appCapítulo 83 Interrupción magistral appCapítulo 84 El apocalipsis de vesta appCapítulo 85 El pasado appCapítulo 86 Divino caos appCapítulo 87 Batalla en la catedral appCapítulo 88 La última cena appCapítulo 89 Jaque mate appCapítulo 90 El plan appCapítulo 91 Desde otra perspectiva appCapítulo 92 La pared de espejo appCapítulo 93 El testimonio de lacey appCapítulo 94 La confesión appCapítulo 95 Diosa soberbia appCapítulo 96 La resolución appCapítulo 97 El deber del héroe appCapítulo 98 Un mismo pecado appCapítulo 99 La distancia entre nosotros appCapítulo 100 La confirmación appCapítulo 101 La mujer rubia appCapítulo 102 La archienemiga appCapítulo 103 La superación appCapítulo 104 De rodillas appCapítulo 105 La decisión de la divinidad appCapítulo 106 Amor de verdad appCapítulo 107 La gemela appCapítulo 108 La prueba appCapítulo 109 El evento de máscaras appCapítulo 110 La declaración de hestia appCapítulo 111 El castigo del héroe appCapítulo 112 La ecografía appCapítulo 113 El cuidado appCapítulo 114 Las noches appCapítulo 115 El asistente appCapítulo 116 Las citas appCapítulo 117 Los días appCapítulo 118 La idéntica appCapítulo 119 Los deale appCapítulo 120 La discusión appCapítulo 121 Las raíces appCapítulo 122 La confusión appCapítulo 123 El restaurante appCapítulo 124 Los tres appCapítulo 125 El viaje appCapítulo 126 La lluvia appCapítulo 127 El pijama appCapítulo 128 El deseo appCapítulo 129 La atención appCapítulo 130 Ciudad natal appCapítulo 131 Las compras appCapítulo 132 Los regalos appCapítulo 133 La rivalidad appCapítulo 134 El masaje appCapítulo 135 Los regalos appCapítulo 136 Las disculpas appCapítulo 137 La influencia appCapítulo 138 Una familia appCapítulo 139 El estado appCapítulo 140 La lactancia appCapítulo 141 La pasión appCapítulo 142 La bebida appCapítulo 143 La emoción appCapítulo 144 El asalto appCapítulo 145 El comunicado appCapítulo 146 La silla appCapítulo 147 El fervor appCapítulo 148 El consultorio appCapítulo 149 El recibimiento appCapítulo 150 La despedida appCapítulo 151 La melancolía appCapítulo 152 Sobre ti appCapítulo 153 La añoranza appCapítulo 154 El CEO appCapítulo 155 Una familia appCapítulo 156 El nacimiento appCapítulo 157 La niñera appCapítulo 158 La nana appCapítulo 159 La tía appCapítulo 160 A solas appCapítulo 161 El ardor appCapítulo 162 La felicidad appCapítulo 163 Epílogo: la jefa app
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