Capítulo 162 La felicidad
El sol descendía lentamente sobre la ciudad, tiñendo el horizonte de un tono ámbar profundo que anunciaba el final de la tarde. Dentro del penthouse, el ambiente era cálido y silencioso, roto solo por el suave murmullo del sistema de ventilación y el tintineo ocasional de los cubiertos contra la porcelana.
Hestia y Heros cenaban con la calma habitual, sin prisas ni palabras innecesarias. Sus miradas se cruzaban de vez en cuando, cómplices en su propia forma silenciosa. Habían pasado el día, entregados al ardor que siempre los consumía cuando estaban a solas, una necesidad voraz que no se veía afectada por el tiempo ni por la rutina. Una vez satisfechos en el cuerpo, se habían duchado juntos, limpiando cualquier rastro de su desenfreno con la misma sobriedad con la que se entregaban a él.
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