Capítulo 127 El pijama
El viaje de regreso a la ciudad transcurrió con la misma calma que la tarde lluviosa en la cafetería. La autopista estaba despejada, y el rugido del motor se mezclaba con el suave golpeteo de las gotas que aún resbalaban por los vidrios del auto. Hestia, recostada contra el asiento de cuero, acariciaba distraídamente su vientre, mientras Heros conducía con una mano firme en el volante y la otra descansando en su muslo.
—Tu madre me odia —comentó ella con un tono que no expresaba preocupación alguna.
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