Capítulo 168 ¿Quién puede comparar?
El tono adrede y confiado de Doña Calderón hizo que el médico, que estaba a punto de seguir elogiando a Isabela, se detuviera de golpe. Sus palabras sirvieron de reprimenda silenciosa, haciendo que todos los presentes sintieran una aguda punzada de vergüenza. Isabela, en particular, lucía ahora una sonrisa tensa, su confianza por un breve momento tambaleante. Este despido público parecía poner en duda su credibilidad como Doctor Sin Nombre.
En circunstancias normales, Isabela habría rechazado «con tacto» seguir dando tratamiento. Sin embargo, Doña Calderón no era una paciente corriente. Era la matriarca de la estimada Familia Calderón, y su familia tenía el mismo estatus que los Vergara. Isabela no podía arriesgarse a ofenderla.
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