Capítulo 102 Comiéndose sus palabras
—Señor Velázquez, es un honor tenerle aquí. Por favor, tome asiento —saludó Rodrigo con calidez mientras se adelantaba e indicaba el sofá.
Con las manos en los bolsillos, Luca se acercó al escritorio de Rodrigo y se sentó en su sitio. Encendió un puro con indiferencia y apoyó los pies en el escritorio, dejando al asistente estupefacto por la audacia de Luca; nunca nadie había actuado con tanto descaro delante de Ramón y Rodrigo.
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