Capítulo 127 La visita inesperada de Zirán
Melina terminó de lavarse y bajó las escaleras. Al otro lado de la puerta se oía un alboroto, como si hubiera llegado alguien importante. Despreocupada, entró en el comedor y se sentó frente a Gabriel. La voz rastrera de Tomas llegó desde el salón cuando Melina estaba a punto de empezar a desayunar.
—Bienvenido a nuestra modesta casa, Señor Salazar. Esto es una sorpresa. Su presencia nos honra de verdad. No se nos ocurriría descuidar las debidas cortesías. Su visita alegra nuestra humilde morada.
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