Capítulo 144 Secretos guardados
Melina se refugió en el abrazo de Zirán, encontrando consuelo en el familiar aroma a tabaco que la envolvía como un sudario reconfortante. Se tomó un momento para serenarse y dejó que las emociones que la dominaban se fueran calmando poco a poco, sólo para darse cuenta de que había perdido por un breve momento la compostura. Al separarse, notó la humedad en el cuello de Zirán, y un rubor de vergüenza tiñó sus mejillas.
—Echaba de menos el filete que solías preparar, pensé que nunca volvería a tener la oportunidad de saborearlo —explicó Melina, con una tos que delataba su intento de ocultar su vulnerabilidad.
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