Capítulo 141 La puerta de cobre
En una fracción de segundo, Melina reaccionó por instinto y cerró los dedos en torno a la enredadera mientras las ramas le desgarraban la manga y una aguda punzada de dolor le subía por el brazo. A pesar de la agonía, mantuvo el agarre, buscando con desesperación otro punto de apoyo en medio del caos.
Pero el destino intervino con cruel rapidez. Sin previo aviso, la liana cedió con un sonoro chasquido, lanzando a Melina al abismo. Con un fuerte golpe, chocó contra el implacable suelo y sus rodillas soportaron el impacto. Por instinto, trató de estabilizarse, y los dedos de los pies se apoyaron en tierra firme para evitar seguir cayendo.
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