Capítulo 81 Una cirugía exitosa

Quirino, como médico personal de Zirán, había tomado una decisión decisiva. A pesar de las reservas que pudieran tener, no tenían otra opción que llevarla a cabo. En el quirófano, Melina por fin vio a Zirán. Estaba acostado en la mesa de operaciones, con los ojos cerrados. Su rostro anguloso parecía pálido y sus labios carmesí resaltaban con crudeza. El dorso de la mano, donde tenía insertado el gotero, presentaba hematomas y marcas de agujas. Zirán, que solía tener una presencia imponente, parecía ahora frágil y vulnerable. Incluso en estado inconsciente, su ceño fruncido y sus movimientos inquietos denotaban dolor, como si estuviera atrapado en una pesadilla inquietante.