Capítulo 12 Una apuesta

Un hombre alto con un traje negro a medida estaba junto a la puerta, mirando a la gente de la oficina. Llevaba el cabello corto y pulcro, y tenía una presencia imponente y majestuosa. Además, su rostro llamativamente apuesto y sus gafas de montura dorada le daban una sensación de sofisticación de otro mundo. Sin embargo, a Melina le resultaba familiar. Le parecía haberlo visto antes en alguna parte. El hombre también la miró. Su aguda mirada atravesó las lentes y se clavó en ella con ardiente intensidad.